ENTRETEJIENDO LA RELACIÓN ENTRE TEORÍA (VARJAL "2007", CRUZ "2010", FERNANDES "2005" Y ZABALA "1998") Y PRÁCTICA (PELÍCULA "ESCRITORES DE LA LIBERTAD, 2007 - RICHARD LA GRAVENESE) DE LA EVALUACIÓN DEL APRENDIZAJE.
JONATHAN RODRÍGUEZ CAMACHO[1]
Como se plantea en este título,
este texto tiene como propósito establecer una relación entre la teoría
discutida en torno a la evaluación del aprendizaje; tomando como base los
referentes teóricos: Fernandes (De los Fundamentos y de las Practicas, 2005);
Cruz (Evaluación del Aprendizaje: Procesos de Acompañamiento y Practicas
Propositivas, 2010); Zabala (La Evaluación. La Practica Educativa: Como Enseñar,
1998); y Varjal (Evaluación de los Aprendizajes en la Escuela Inclusiva, 2007)
y tomando la experiencia de ver la película “Los Escritores de la Libertad,
2007– Richard La Gravenese”. El desarrollo del texto consiste en entretejer o
relacionar cuestiones resaltadas en la película, a la luz de los referentes
teóricos, que se encargan de explicar y comprender el acontecer de dichos
hechos presentados a lo largo de la película.
La película se ubica dentro de un
contexto social, político, económico, histórico y cultural[2];
relata la experiencia de una profesora que inicia su proceso de
enseñanza-aprendizaje, motivada por su padre (político), quien desarrollo el
Programa de Integración en las escuelas públicas de los Estados Unidos,
programa que tiene por objetivo juntar estudiantes de estratos socioeconómicos
decadentes, con problemas de drogadicción y vandalismo; con estudiantes
“normales” de una condición menos precaria; cuestión paradójica, ya que en la
Institución estos estudiantes son separados en aulas distintas (curso básico
“atrasados” – curso completo “avanzados”); como lo plantea Elizabeth Varjal
(2007), citando a Peter Mittler (2003):
“La inclusión
implica una reforma radical en las escuelas en términos de currículo,
evaluación, pedagogía y formas de agrupamiento de los estudiantes en las
actividades de aula de clase. Ella es basada en un sistema de valores que hace
como que todos se sientan bienvenidos a celebrar la diversidad que tiene como
base el género, la nacionalidad, la raza, el lenguaje de origen, el social, el
nivel de adquisición educacional o el de la deficiencia” (Varjal, 2007; de
Mittler, 2003).
Podemos
ver entonces como en esta Institución Educativa, la inclusión programa diseñado
para excluir antes que para integrar, no era llevada a cabo de la mejor forma,
ya que se seguían legitimando prácticas de segregación y no de inclusión,
cuestión que va encontrar la profesora en el desarrollo de sus actividades y
que en muchas ocasiones va a impedir o va a dificultar el desarrollo de su
propuesta[3].
La profesora llega a la escuela y se presenta ante la coordinadora, quien le
cuenta de manera detallada, las condiciones de los estudiantes, el prontuario
delictivo y disciplinar de la clase, de entrada hay una predisposición por
parte de la coordinadora[4] con
la profesora, quien decide asumir el reto. Surge entonces la pregunta por la
forma en que estos alumnos son considerados “burros” o atrasados y merecedores
de una educación básica, lo que puede tener sustento en el Paradigma
Behaviorista y en la evaluación como medida; con relación al paradigma
Behaviorista, Cruz Fátima (2010) nos señala que:
“El Paradigma Behaviorista funda su concepción teórica
en una matriz positivista, a partir de la objetividad, fue influenciada por la
psicología asociacionista que analiza la sociedad semejante a la naturaleza y
cuya armonía es considerada plausible. Demarca un requisito de cientificidad
que solo sería válido de lo que fuese resultante del proceso de observación,
verificación y experimentación. Los aprendizajes fueron interpretados por mucho
tiempo como independientes de la situación de enseñanza, y la evaluación en
esta lógica permite que la medida indique la clasificación en el interior de
las salas de aula según el desempeño formal y puntual de los estudiantes,
siendo conferida a la descripción a través de actividades de verificación
debidamente puntuadas como una notación que ellos atribuían” (Fátima, 2010.
Pág. 137-138).
Por
otro lado, pero siguiendo la misma línea, Domingos Fernandes (2005) señala la
evaluación como una medida, la evaluación como una cuestión meramente técnica,
que a través de unos test bien construidos permitía medir con rigor y excepción
los aprendizajes escolares de los estudiantes. Con relación a este punto de
discusión, Varjal (2007) señala dos conceptos importantes, la función selectiva
y la función clasificatoria y con relación a estos dos términos plantea:
“La función selectiva de la evaluación solo tienen
utilidad en contextos de disputa o de competencia cuando los aprendizajes de
los candidatos son evaluados para fines de provisión de puestos o para
concepciones de certificación y la función clasificatoria se encarga de ordenar
a los candidatos por orden creciente de cualidades en función del número de
puestos” (Varjal, 2007. Pág. 10).
En
el caso anteriormente citado, se puede ver como la Institución Educativa, se
encarga de seleccionar y clasificar a los estudiantes, dependiendo de sus
condiciones sociales, conceptuales y hasta económicas, en la medida en que
distingue la clase de “Educación Básica” y la clase de “Educación Avanzada”,
evidenciando un proceso de la evaluación más Institucional, que no implica un
reconocimiento verdadero de las capacidades de los estudiantes, partiendo desde
una visión positivista.
A
la profesora le es asignado el curso básico (atrasados), para encargarse de la
dirección de ese grupo; en este grupo se encuentran diversos tipos de
estudiantes, con características muy distintas e historias de vida complejas;
como se mencionó anteriormente la mayoría de ellos con problemas
socioeconómicos grandes, con tendencias al consumo de drogas, al vandalismo y
pertenecientes a grupos como los (Gánster), criminales de carrera que en cierto
momento se convierten casi invariablemente en miembro de una organización
criminal violenta y persistente, también conocidos como “pandillas”; la mayoría
de estos estudiantes han pasado por reformatorios.
La
película centra en ciertas ocasiones su mirada en la historia de vida de una
estudiante, llamada Eva[5],
la cual desde muy niña estuvo expuesta a la violencia de las pandillas, su
padre fue metido a la cárcel cuando ella era apenas una niña. La profesora
inicia entonces su travesía por esta escuela y experimenta en su primer día de
clases, el desaliento y la desilusión, ya que se da cuenta del ambiente pesado
que se entreteje entre estos estudiantes cargados de tanto rencor, odio,
violencia e injusticia; en su primer día de clase hay un acto de violencia por
parte de dos estudiantes que inician una pelea en plena aula, se puede ver como
uno de estos estudiantes esta armado y como los demás estudiantes incitan el
acto de violencia, convierten la escuela y el aula de clases en un campo de
batalla, en el cual la profesora se siente desorientada y no sabe qué hacer, al
ver la gravedad del asunto intenta pedir ayuda, pero parece que nadie responde
a aquel llamado.
La
profesora al siguiente de clases, intenta desarrollar su propuesta metodológica
de la misma forma como había sido pensada, comienza su clase magistral y pide a
una estudiante que lea la información que ella escribió en el tablero, la
estudiante se niega a leer lo que está en el tablero, hasta que por fin lo lee;
en el proceso de esa lectura comienza a rotar un papel con una caricatura de un
“negro”, burlándose de la raza y de la diversidad; por lo que la profesora
inicia una discusión en el aula de clase y trae a colación lo acontecido en el
día anterior, tratando de buscar respuesta a aquello que había sucedido y a lo
que estaba aconteciendo; se inicia pues un debate desgastante para los
estudiantes y la profesora, en el que se puede ver las condiciones de vida tan
duras que llevan los estudiantes; la profesora compara lo acontecido con el
nazismo, el genocidio nazi y la propaganda en la que se establecía la
superioridad de la raza, por medio de la burla a lo diferente. En el debate la
profesora logra reconocer el desconocimiento por parte de la mayoría de los
estudiantes de este tema.
La
profesora inicia pues una revisión de su propuesta pedagógica e intenta mudar
la relación que va a asumir con sus estudiantes. Comienza con una actividad que
le permite realizar la conocida evaluación diagnostica o evaluación inicial, la
actividad consiste en trazar una línea roja en la mitad del aula de clases y
ubicar de lado a lado de la línea a los estudiantes; por medio de una serie de
preguntas, pensadas y focalizadas en descubrir la experiencia de los
estudiantes, sus contextos y las realidades a los que ellos están expuestos;
como lo plantea Antoni Zabala (1998):
“La primera
necesidad del educador es responder a las preguntas: que saben los alumnos en
relación a lo que quiero enseñar? Que experiencias tuvieron? Lo que son capaces
de aprender? Cuáles son sus intereses? Cuáles son sus estilos de aprendizaje?
En este marco de evaluación ya no puede ser estática, de análisis de
resultados, porque se torna un proceso. Y una de las primeras fases del proceso
consiste en conocer lo que cada uno de los estudiantes sabe, sabe hacer y es, y
lo que puede llegar a saber, saber hacer o saber ser, y como aprende lo que la
evaluación es un proceso en que su primera fase se denomina evaluación inicial”
(Zabala, 1998. Pág. 1998).
Podemos
ver como Zabala (1998), presenta la evaluación inicial como ese punto en que el
docente debe cuestionarse sobre los saberes preexistentes de los estudiantes,
todo su bagaje conceptual, experimental y su relación con el entorno y la
sociedad, cuestionarse sobre sus preferencias, sus formas de aprender, para
buscar detectar potencialidades y falencias, en la medida en que se pueden
potencializar o superar con el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Elizabeth Varjal (2007) hace referencia a una función diagnostica, como se
puede ver en la siguiente cita:
“La función diagnostica consiste en verificar el
perfil inicial del estudiante o del grupo para establecer indicadores
diagnósticos que son los que describen el conjunto de cualidades de los
aprendizajes verificados al inicio del proceso evaluativo, teniendo como
parámetro de compatibilidad de los indicadores y de las expectativas. Estos
indicadores son los que describen los aprendizajes esperados en función de los
conocimientos, procedimientos y actitudes que precisan ser construidos a lo
largo de una serie o de un clico. La utilidad de situar a los estudiantes en
los padrones nacionales e internacionales” (Varjal, 2007. Pág. 6).
Vemos
como Zabala (1998) y Varjal (2007), describen la evaluación inicial o función
diagnóstico, lo que ayuda a comprender desde el punto de vista teórico la
acción llevada a cabo por parte de la profesora con los estudiantes, intentando
reconocer su contexto, sus formas de aprendizaje, sus formas de relacionarse,
las falencias y las potencialidades de cada uno de ellos, llevada a cabo por
medio de un ejercicio lúdico que posibilito este reconocimiento, dejando claro
que la evaluación diagnostico no necesariamente es una prueba escrita de
conocimientos, puede ser un ejercicio lúdico, dinámico y didáctico que permita
reconocer dichas cuestiones de interés para el desarrollo del proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Entonces
la profesora, ya con una evaluación inicial/diagnostica comienza a mudar el
currículo y la metodología, modifica la forma de relacionarse con sus
estudiantes, genera una práctica reflexiva[6],
por ende cambia su forma de evaluación, reconoce en el estudiante un ser
activo, cargado de historia, sentimientos y experiencias; modifica cuestiones
que ella ya tenía previamente planeada, pero que la evaluación diagnostica hace
mudar. La profesora decide comenzar un proceso que permita a los estudiantes
contar sus historias de vida, por medio de un diario, donde el estudiante tiene
la posibilidad de contar todo lo que él quiera, sin seguir ningún padrón o
modelo y esas historias de vida poder relacionarlas con el holocausto nazi y en
especial con la historia de vida que relata “El diario de Ana Frank”; esta
actividad le permite a los estudiantes reconocerse como actores o sujetos
sociales, al darle la posibilidad de contar su propia historia, relacionándolo
con un tema de interés de la clase, tema que afecta a todos los estudiantes en
mayor o menor medida.
Cuando
la profesora intenta pedir la ayuda institucional esta le es negada, la
biblioteca tiene el material, pero la escuela no lo presta a los estudiantes de
curso básico, argumentando que estos lo pueden dañar o que el tema no es de
interés para los estudiantes[7].
La profesora continua con su lucha y asume su responsabilidad, sigue adelante a
pesar de los impedimentos institucionales, en la construcción de una mejor
escuela que integre a estos estudiantes y que los haga participes de su propio
proceso de educacional; la profesora consigue el material por cuenta propia,
ella se deja tocar por sus estudiantes y por medio de los diarios comprende las
realidades de esos estudiantes, esta es otra forma de evaluación diagnostica o
inicial.
Por
todo lo anterior, se presupone que la profesora en el desarrollo de su proceso
de evaluación, desarrollara las funciones de la evaluación descriptas por
Varjal (2007): función prognostica, la función formativa “reguladora,
comunicativa, orientadora y negociadora, y eso la llevara a la función sumativa
o como la define Zabala (1998) evaluación final; como se explicara a
continuación:
“Función prognostica: prescribe indicadores
prognosticos que son los que describen las posibilidades de aprendizaje de los
estudiantes en una serie o en un ciclo en términos de aproximación a los
indicadores de expectativa a partir de los indicadores diagnósticos” (Varjal,
2007. Pág. 7).
(La profesora establece una serie de indicadores, a
partir de la evaluación diagnóstico, que le permitan estar revisando en una
evaluación continua el proceso de aprendizaje, en tanto avances y retrocesos de
los estudiantes).
“Función Formativa: permite evaluar procesos con
finalidades de formación y mejoría. Función Reguladora: regula los aprendizajes
de los alumnos, regulación de actividades y favorece la regulación de los
aprendizajes. Función Comunicativa: torna transparente el proceso, posibilita
dar retorno al estudiante a través de la información de proceso, estimulándolo
a construir y asumir autonomía. Función Orientadora: orienta a los estudiantes
en el desenvolvimiento de su proceso de formación. Función Negociadora: dar
valor a las acciones pedagógicas, función de intereses, necesidades y
motivaciones” (Varjal, 2007. Pág. 7-8).
(La profesora desarrolla este tipo de evaluaciones con
sus estudiantes, al darles un papel protagónico en su proceso de construcción
del aprendizaje y al cargarlos de valor y hacerlos visibles dentro de la
escuela, seguida por la experiencia y la educación significativa; en esta medida
ella por medio de un proceso continuo de evaluación “evaluación formativa”,
genera regulaciones, comunicaciones, orientaciones y negociaciones, en compañía
de sus estudiantes).
“Función sumativa: es aquella evaluación que toma
todas las anteriores y evalúa los resultados “verificadora”, esto le permite
tomar medidas a largo plazo” (Varjal, 2007. Pág. 8).
“Evaluación Final o Integradora: conocimiento de los
resultados obtenidos y el análisis de los procesos que los alumnos siguieron”
(Zabala, 1998. Pág. 201).
(Después de haber seguido un proceso de evaluación
continua, la profesora analiza los resultados finales de los estudiantes, lo
que le permite planear las formas de evaluación a emplear, los métodos y
técnicas a emplear con los estudiantes, para que estos tengan un aprendizaje
significativo).
Se
podría plantear que la profesora desarrolla una evaluación formativa
alternativa, como lo explica Domingos Fernandes (2005): “evaluación que se basa
en principios que parten del cognitivismo, el constructivismo, la psicología
social y de las teorías socioculturales y sociocognitivas. Se trata de una
evaluación más humanizada, más situada en los contextos vividos por los
profesores y los estudiantes, más centrada en la regulación y la mejoría de los
aprendizajes, más participativa, más transparente e integradora en los procesos
de enseñanza-aprendizaje. O sea una evaluación que es eminentemente formativa
en sus formas y sus contenidos” (Fernandes. 2005. Pág. 63). Vemos como en el
desarrollo de la película la profesora procura llevar a sus estudiantes a
vivenciar procesos más constructivos y de relacionamiento más humano, pasa a
interesarse más en la práctica que en la teoría y consigue por medio de
experiencias significativas que los estudiantes construyan un proceso de
enseñanza-aprendizaje más humano, permitiéndoles incluso la autoevaluación de
su proceso de formación. Por tanto, esta película permite ver a luz de unos
referentes teóricos cuestiones tan interesantes con relación a la evaluación en
los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Referencias Bibliográficas.
Fernandes,
Domingos. De los Fundamentos y de las Prácticas. De la Evaluación como medida a
la Evaluación Alternativa (AFA). En: Evaluación de los aprendizajes: desafíos a
las teorías, prácticas y políticas. Lisboa: Texto-Editores, 2005.
LaGravenese, R.
(Dirección). (2007). Escritores de la libertad [Película].
Cruz,
Fátima María Leite. Evaluación de los aprendizajes: procesos de acompañamiento
y prácticas propositivas. En: (org). Teorías y Prácticas en Evaluación. Recife:
Ed. Universitaria, 2010.
Varjal,
Elizabeth. Evaluación de los Aprendizajes en la Escuela Inclusiva. En: Palestra
proferida durante la Conferencia Municipal de Educación de Moreno. Pernambuco:
2007.
Zabala,
Antonio. La Evaluación. La práctica educativa: como enseñar. Porto Alegre:
Artmed, 1998. Pág. 195-221.
[1] Estudiante de
Octavo Semestre, de Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Ciencias
Sociales – Universidad del Valle (Cali-Colombia).
[2] “La evaluación no se puede desligar de los contextos
históricos y sociales, de los propósitos que se pretenden alcanzar y de las
convicciones filosóficas de las cuales tienen algo que ver con las concepciones
del desenvolvimiento y la concretización de las evaluaciones” (Domingos,
Fernandes. 2005. Pág. 55).
[3] “Las políticas inclusivas deben
ser un compromiso de todos: de los educadores, a través del ejercicio
profesional competente; de los gestores públicos, promoviendo y construyendo la
transparencia de los proyectos político-pedagógicos del gobierno municipal vía
debates públicos; y de la sociedad, a través de la participación social
efectiva” (Varjal, 2007. Pág. 1)
[4] Coordinadora: “Es mejor que no use esos aretes en el
aula de clase, se los pueden robar profesora”.
[5] Eva: “Cuando
usted muere con respeto, muere por su gente”.
[6] “Una reflexión sobre la practica evaluativa de la
escuela inclusiva trae contribuciones relevantes a los profesores, que tienen
el compromiso profesional. Evaluar bien y con justicia nos imprime una inmensa
responsabilidad y moviliza en nosotros, profesores-evaluadores, saberes y
compromisos ético-político-pedagógicos no siempre disponibles y consolidados en
nuestra formación y trayectoria profesional” (Varjal, 2007. Pág. 1).
“Es
necesaria la reflexión sobre la práctica, como una de las actividades que tan
bien debe caracterizar a los profesionales de la educación y que en la
actualidad surge una atención distinta en relación a los procesos evaluativos”
(Cruz, 2010. Pág. 134).
[7] Para que la política de
integración si el mismo sistema se encarga de eliminar, segregar y separar a
los estudiantes. Es innegable la relación política y educación, dicha relación
debe garantizar las posibilidades de integración de dichos estudiantes y debe
brindar de herramientas a la escuela, la política debe ser mejor pensada en su
relación con la escuela.